La sociedad actual se caracteriza por su fluida, constante y veloz evolución debido a la sobrecarga de información que recibe a través de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación que la han convertido en un recipiente de infinidad de información que la satura y desajusta. Ante esta realidad somos los docentes quienes estamos avocados para que desde las aulas se cambien las estructuras sociales.
Para dar solución a esta situación e ir a la par de este proceso, pero sobre todo "impulsar el espíritu crítico que desarrolle la capacidad humana de discernir y saber buscar, diferenciar, valorar, aplicar y transformar la información como conocimiento útil"(Carbajal, 2015), la educación del siglo XXI, de la que me siento responsable, debe intervenir como constructora proactiva de la sociedad intercultural y ética que requiere el mundo de hoy y convertir esta sociedad de la información en una comunidad de aprendizaje concordante con las nuevas exigencias de formación laborales y de vida.
Para emprender esta tarea, la educación y en ella cada docente, debe experimentar un cambio en sus estructuras y paradigmas. Convertirse en mediadores que contribuyan a la construcción de un ser humano autónomo, emprendedor, creativo, pero sobre todo adaptable a un constante aprender, desaprender y reaprender.
Igual que Carbajal (2016) pienso que la escuela y los que haciendo docencia somos parte de ella, debemos implementar sistemas formativos innovadores y de calidad que cambien los esquemas actuales y solventen esas desigualdades que van apareciendo fruto de la misma tecnología.
Para realizar esta tarea cada docente debe apropiarse de las nuevas tecnologías y aprovechar la serie de servicios y posibilidades formativas e interactivas que ofrece, siendo ejemplo con su actuar en un constante aprender a aprender mediante la actualización permanente, trabajo colaborativo y retroalimentación en cada espacio de la vida.
Para realizar esta tarea cada docente debe apropiarse de las nuevas tecnologías y aprovechar la serie de servicios y posibilidades formativas e interactivas que ofrece, siendo ejemplo con su actuar en un constante aprender a aprender mediante la actualización permanente, trabajo colaborativo y retroalimentación en cada espacio de la vida.
Finalemnte, el sistema de enseñanza- aprendizaje debe ir a la par de la sociedad actual convirtiendo a la tecnología e información en materiales curriculares que puedan ser aprovechados por los docentes para enseñar a aprender.
